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Hoy comparto contigo el caso de una mamá que ya no puede aguantar la conducta desafiante de su hijo adolescente y qué quiere saber si esa conducta es porque no superó el divorcio de sus padres o hay otras causas y, sobre todo, cómo puede ayudarle.
La adolescencia es una etapa difícil para nuestros hijos. Convivir con un adolescente puede ser complicado si no disponemos de la información necesaria para saber qué le pasa y cómo ayudarle.
Hoy aprenderás cómo ayudar a tu hijo adolescente para que mejore su conducta.
Al final de este artículo describiré detalladamente qué estrategias te recomiendo utilizar
Si necesitas orientación sobre algún tema de crianza y educación emocional puedes enviarme un email privado para que estudie tu caso y te sugiera soluciones.
Ahora sí, leamos en las propias palabras de María qué es lo que le preocupa.
Mi hijo tiene 17 años. Tiene poca tolerancia a las frustraciones. Siempre exagera las cosas.
¿Se puede hacer algo a esta edad?
Él nunca gateó de bebé. ¿Eso tiene algo que ver? Nunca lo lleve a médico. No tenía los recursos ni el conocimiento para ello.
Lo que sí puedo decirle es que desde que nació, no dormía mucho. En todo el día me dormía como una hora.
Se movía demasiado y se cayó de la cama dos veces, eso fue como a los 2 meses de nacido. Siempre lloraba mucho, solo quería estar conmigo.
Comenzó a hablar a los 3 años. Se soltó hablando mucho, y todo el tiempo quería siempre estar hablando, y lo hacía en tono elevado.
Cuando llegó a cursar Kinder siempre me felicitaban porque decían que era muy listo. Hasta lideraba a otros niños para hacer lo que quería.
En la primaria también pasó igual. Los maestros le felicitaban, pero eso fue hasta 3er año de primaria. Luego sus emociones tomaron otro rumbo.
Me separé de su papá. Su conducta cambió. Tenía reportes de sus maestros. Era muy rezongón. No se ajustaba a lo que ellos le decían.
En aquel momento me sugieren llevarlo al psicólogo y así lo hice. La persona que lo atendió me dijo que los niños que no gatean no maduran ciertas partes de su cerebro, pero que como a él le faltó gatear, por eso era así. Lo trataba dándole tareas de gimnasia cerebral.
Ahora que ha crecido, sigue con esa actitud. Cuando se enoja, deja de hablar o expresa siempre las cosas negativas de los demás, les duela o no.
Actualmente, siempre que estoy con él platico. Pero él no tolera que le digas errores porque luego se enoja y empieza a sacar los míos, y los de los demás.
Si le limitó en algo que le gusta mucho, me deja de hablar y hace a propósito lo que me desagrada.
No le gusta pedir permisos para salir, y cosas así. Su frustración se ve claramente en su rostro.
De verdad que espero saber cómo ayudar a mi hijo.
Muchas gracias por su tiempo y ansío su respuesta.
Saludos
Primero que nada agradecer la confianza a María.
Hay muchos datos interesantes que se pueden extraer de la historia del niño.
INDICADORES PARA DETECTAR SI TU HIJO TIENE DIFICULTAD PARA REGULAR SU CONDUCTA
Se han hecho muchos estudios al respecto y pese a que dos niños pueden vivir una misma situación estresante no es determinante lo que le pasa al niño sino cómo responde a ese acontecimiento que amenaza con hacer tambalear su pequeño mundo.
Podemos, sin embargo, apoyarnos en ciertos datos para darnos cuenta que tu hijo puede que necesite más ayuda.
Atenta si…
- Hasta los 2 años se frustra con facilidad, es un niño irritable y parece estar enojado muy a menudo.
- Desde los 3 hasta los 5 años su comportamiento problemático se acelera. Es impulsivo, tiene rabietas, agrede verbal y físicamente. Le cuesta obedecer y desafía constantemente.
- Entre los 6 y 8 años parece haber un tiempo de calma. Si no recibe ayuda, continuará con su comportamiento problemático alejando a sus compañeros que se darán cuenta de su carácter difícil. Al ser rechazado por estos buscará la compañía de otros similares a él. Si su rendimiento académico es bajo comenzará a aborrecer la escuela.
- Comenzará a montarse sus propias teorías sobre por qué no es aceptado por los demás. Como no es capaz de mirarse a sí mismo sin ayuda, echará la culpa al resto y se sentirá incomprendido y rechazado.
- Entre los 9 a 14 años la conducta problemática se consolida. Aparecen los comportamientos encubiertos. Sus problemas con los adultos y otros niños se acrecienta. Los padres y profesores que desconocen las dificultades en la gestión de sus emociones lo dan por perdido y comienzan a darle la espalda y a castigarle por todo lo que haga mal sin ofrecerle ninguna ayuda para que pueda cambiar su manera de relacionarse con otras personas y comportarse mejor.
- Desde los 14 años en adelante aprenderá a no expresar ciertos comportamientos con algunas personas. Pero con otras personas, como su familia, seguirá comportándose como siempre, si es que no se le ofrece ayuda para cambiar. Con los años la situación puede empeorar. Los adolescentes con trastorno de conducta son más proclives a consumir drogas y alcohol.
El trastorno de conducta puede deberse a la suma de diferentes factores.
Los orígenes pueden ser diversos y múltiples. Según:
- Bloomquist y Schnell (2005) se debe a dificultades en el desarrollo psicológico. Este seria el caso de un niño al que le cuesta identificar sus emociones, no sabe interactuar con los demás.
- Greene (2003) dice que la flexibilidad y la tolerancia a la frustración son habilidades clave y que estos niños no han desarrollado con normalidad. Este niño es el que tiene un déficit en el desarrollo de la funciones ejecutivas que podemos resumir en pensar antes de actuar.
- Turecky y Tonner (2003) dicen que estos niños están atrapados en un círculo de comportamiento problemático. Se considera malo, que no sabe, que no puede, que es así. No hará nada para cambiar porque cree que no puede. Este niño es el que ha crecido en una familia que suele hablarle mal, insultarle, poner más atención en lo que no sabe o no se le da bien que en lo que sí puede y sabe.
- Geddes (2010) dice que los niños que viven en entornos vulnerables e inestables suelen presentar estas dificultades. Lugares con pobreza y delincuencia.
Resumiendo, el detonante del trastorno de conducta suele ser la suma de varios factores.
En el caso de hoy se ve que el adolescente ya presentaba una dificultad para gestionar sus emociones y regular su conducta. Los antecedentes son los 6 puntos que te he descrito más arriba.
LA INTERVENCIÓN
ORIENTACIONES PARA LA FAMILIA
Querida María, tu hijo adolescente mejorará su comportamiento en la medida que la ayuda que reciba sea la adecuada. Para ello te recomiendo desarrollar y mejorar ciertas habilidades que te las describiré al detalle para que las pongas en práctica.
Hasta ahora lo que has hecho, no ha dado el resultado que buscabas: mejorar la conducta de tu hijo.
Con estas orientaciones quiero que el trabajo duro que ya haces cada día te sirva para obtener otro tipo de resultados.
El objetivo es ayudar a cambiar la conducta de su hijo. Esta claro que también existen otros objetivos. Pero de momento, vamos a centrarnos en este.
Mis orientaciones y recomendaciones son las siguientes:
I. Cambios a nivel personal.
II. Cambios a nivel familiar.
III. Uso del método de las 3 cestas para ayudarle a regular de comportamiento a tu hijo.
I. CAMBIOS A NIVEL PERSONAL
1.Ser empática
Ponerte en el sitio de tu hijo. Reconocer que tiene dificultades para regular su conducta. Aceptar que tu hijo necesita otro tipo de ayuda que va más allá de poner límites y dar el sermón sobre su comportamiento. No juzgarle si hace algo indebido. Querer entender con el corazón qué es lo que le está pasando para comprender mejor su conducta y ayudarle.
Ser empática no quiere decir dejar que haga lo que le de gana so pretexto de que no puede controlarse. Ser empática te ayudará a conectar con tu hijo. Le hará sentirse comprendido.
Te recomiendo escuchar el episodio en el que hablo cómo la empatía puede ayudarte a entender mejor a tu hijo.
2. Cuida tu lenguaje no verbal
El cuerpo no miente. Si tú dices una cosa pero en realidad piensas otra tu cuerpo te delata. Tu hijo que te conoce bien notará en seguida si lo que le dices, la ayuda que le ofreces, es sincera. No finjas tener paciencia cuando estás a punto de explotar. Tú también necesitas tu espacio y tu tiempo para calmarte. Díselo. Dile que en ese momento quieres tranquilizarte y que luego retomarás el asunto. Y de verdad, créetelo. Cree que tu hijo saldrá adelante, porque será así.
3. No estar más pendiente de hacer desaparecer el conflicto
El conflicto no es malo en sí, lo es no saber cómo afrontarlo, cómo resolverlo, qué estrategias utilizar. Lo es quedarse atrapados en un circulo viciosos de agresiones físicas y verbales.
Un conflicto también puede enseñarte a desarrollar habilidades. Ver las situaciones conflictivas como una oportunidad para mejorar como madre te ayudará a perder el miedo a que aparezcan los conflictos porque sabrás qué estrategias utilizar.
En tu caso, al menos al principio, ten en cuenta que las cosas no mejoraran de la noche a la mañana. Será un proceso de trabajo arduo. Pero hoy en día ya trabajas duro. Ya haces frente a los conflictos cada día. Lo único que tienes que asegurarte es que ese trabajo dé los resultados que buscas.
Lo que resistes, persiste. Lo que aceptas, se transforma.
4. Escuchar activamente y dialogar
Escuchar es un arte. Escuchar es estar presente en cuerpo, mente y alma. Escuchar activamente requiere entrenamiento. Requiere consciencia. Escuchar no es preparar la respuesta para soltarla en cuanto la otra persona ha acabado. Es seguir escuchándola. Respetar sus silencios. Acompañarles en ese trance duro de encontrar las palabras para expresar lo que siente, lo que le duele, lo que busca.
Los 2 niveles de escucha: entrena el nivel 2
- El nivel 1 es una escucha superficial
Mientras tu hijo habla, tú estás pensando en otras cosas. Te darás cuenta que estás en este nivel si lo que te dice tu hijo te transporta a un recuerdo tuyo y dejas de escucharle. Eso no es escuchar.
– Mamá, he discutido con mi mejor amigo.
– Oh, no te preocupes ya se arreglará. A mí también me pasaba cuando tenía tu edad. Un día estabas bien y al otro no. Al final te quedas con los que realmente valen la pena. Olvídate y céntrate en otras cosas.
El nivel 2 es una escucha enfocada
Escuchas a tu hijo poniendo atención en sus palabras, expresiones, emociones y todo lo que comunica. Observas lo que dice y lo que no dice. Si escuchas a este nivel eres capaz de ver el dolor en sus palabras. Escuchas para ver qué es lo que realmente le importa. Qué es lo que valora. Para escuchar profundamente es recomendable usar las siguientes estrategias: I Articular; II Parafrasear; III Realizar preguntas abiertas; IV Dar reconocimiento.
– Mamá, he discutido con mi mejor amigo.
– Oh, explícame qué pasó. Siéntate a mi lado.
– Verás, yo no sé que le pasa pero últimamente lo veo más alejado. Está irritable y de mal humor. Intento hacerle reír pero nada funciona. Hoy me he cansado y se lo he dicho todo a la cara. Ya no aguantaba tanta tensión. Ahora no sé como arreglarlo. Es mi amigo de toda la vida.
– Parece que estás triste y que te afecta el comportamiento de tu amigo (Articular lo que está pasando.Describir lo que está ocurriendo sin emitir ningún juicio, ni opinar).
– Sí, es una mezcla de tristeza y enfado. No sé cómo arreglarlo. Yo puedo ceder y pedir disculpas por cómo le traté. Pero también pienso que las otras personas tienen que darse cuenta de que tienen que controlarse y no pueden tratar a los demás según cómo les vaya el día o cómo estén.
– O sea que piensas que te pasaste pero también quieres que él acepte que estos días se pasó contigo, ¿Es así? (Parafrasear, expresar con tus propias palabras lo que expresa la otra persona).
– Mas o menos. Se puede decir que ambos nos pasamos. Pero no sé si él se da cuenta.
-¿Qué es lo que más te preocupa de esta situación? (Realizar preguntas abiertas. No las que se contestan con un sí o un no).
-Que dejemos de ser amigos, creo. Aunque si no quiere no le voy a obligar.
-Eso es verdad. Puedes intentar solucionar el problema haciendo todo lo que esté en tus manos. Llevarse mal con la gente no es agradable y menos si es un buen amigo tuyo. ¿Quieres hacer algo al respecto?
-No sé. Ahora sigo enfadado. Quizás cuando me calme, hable con él.
-Me parece una muy buena idea. Estoy impresionada por tu deseo de arreglar la situación con tu amigo y de compartirlo conmigo. Dejar a un lado el orgullo es signo de madurez. Ven y deja que te abrace un poquito (Dar reconocimiento. Reconocer el tipo de persona que es o se está convirtiendo).
-Gracias por escucharme mami.
5. Céntrate en lo positivo
Escribir cada día tres cosas positivas que hace tu hijo. Eso te ayudará a ver lo bueno que tiene y no solo poner tu atención en lo negativo.
Te recomiendo escuchar el episodio en el que hablo sobre los beneficios de ser agradecida. Sentirte agradecida te hace relativizar los problemas. Te ayuda a ver el lado positivo de las cosas.
6. Marcar un objetivo positivo
Señalas que tu hijo cuando se enfada deja de hablarte. Pues en lugar de evitar que se enfade (tu objetivo), céntrate en un objetivo positivo: mantener la calma ante un conflicto. ¿Ves la diferencia?
II. CAMBIOS EN LA MANERA EN CÓMO SE RELACIONA TU FAMILIA
Una de las cosas más importantes es que tu hogar sea cálido. Crear un entorno favorable. Que desprenda amabilidad, cariño, comprensión, ilusión, alegría. Que dé ganas de estar ahí, de convivir con las personas que integran tu familia.
Estas son las pautas que te recomiendo seguir:
- Asegurarte que sepa que si necesita ayuda puede contar contigo. Que estarás ahí para darle apoyo, confianza y seguridad. Evita que tu apoyo, tu tiempo tu comprensión sea solo en momentos puntuales (cuando estás de buen humor) y hacerle ver que estás aburrida de él cuando estás de mal humor. Antes de llegar a eso, pide un poco de tiempo para calmarte.
- Dar refuerzo positivo. Usa palabras que le alienten a seguir mejorando. Destaca su conducta describiendo lo que ha hecho bien. Puedes decirle «Debes sentirte bien por cómo has mantenido la calma y has acabado con tus deberes» . Evita usar la culpa o amenazar para que haga las cosas. Cambia la palabra culpa por responsabilidad. Te describo un ejemplo:
– Son las 9 de la mañana ¿hoy no vas al instituto?
-No. Me he dormido.
-¡Ah, mira que bien! Y te quedas ahí tan contento. Luego no me vengas con malas notas. Con la excusa de que no apruebas por culpa de los profesores. En todo caso será culpa tuya por no ir a clases. No es la primera vez que faltas y ya estoy harta.
-¡Déjame en paz!
– Son las 9 de la mañana ¿hoy no vas al instituto?
-No. Me he dormido.
-¿Te encuentras bien?
-Sí, sí. Solo ha sido que me he despistado y no he puesto la alarma.
– Ya te ha pasado otras veces. Podemos pensar en alguna solución para que la alarma funcione bien ¿Qué te parece si lo hablamos cuando vuelva del trabajo?
-Sí, ahora me levanto para llegar a segunda hora.
-Recuerda cariño que una de tus responsabilidades es ir al colegio cada día a la hora. Llegar a tiempo. Sé que encontrarás la manera de cómo llegar a tiempo al cole.
– Sí, a la tarde hablamos.
3. Hablar con la familia sobre la conducta de tu hijo, no para criticarlo sino para reconocer que tiene ciertas dificultades y que necesita la ayuda y comprensión de toda la familia. Evita que tu familia siga pensando que tu hijo se porta mal porque sí. Ayuda al resto de tu familia a cambiar la manera en cómo ven a tu hijo.
4.Mantén la calma ante los problemas. No te precipites a juzgar. A veces sin querer podemos desmontar todo el trabajo que estamos realizando con una sola mirada de desconfianza. Si ha pasado algo intenta mantenerte neutral. Escucha las dos versiones. Pídeles que busquen una solución con la que ambos se sientan satisfechos.
5. No compares a tu hijo con sus hermanos, con los primos o vecinos. Si en esa comparación sale perdiendo eso también le afecta su autoestima y autoconfianza. Promueve la comparación positiva. Es decir hacerle ver lo bueno que tiene al igual que otras personas.
-Se te da bien el fútbol, como a tu primo.
-Sí, pero yo soy más bueno.
– Cada uno a su estilo. Tú tienes velocidad y tu primo tiene la habilidad de hacer buenos pases. Podemos quedar un día para ir a jugar un partido ¿qué te parece?
-Me parece buena idea.
En resumen, un entorno favorable debe tener en cuenta estos 5 puntos:
A. Ser consciente y realista respecto de las frustraciones que puede tolerar tu hijo.
B. Fomentar el pensar con claridad ante una situación conflictiva.
C. Aceptar que hay ciertas cosas sacan de quicio a tu hijo.
D. No estar dispuesta a pelearte con tu hijo. Ni que haga lo que tú quieras. Sino estar dispuesta a ayudarle.
E. No tomarte las peleas, desplantes, insultos…como algo personal. No va contra ti. Lo que pasa es que no sabe expresarlo de otra manera.
Un entorno favorable te ayudará a disminuir las situaciones de frustración innecesarias. Disminuirá el nivel de tensión y hostilidad. Mejorará las relaciones. Y por fin así podrás conectar y dialogar con tu hijo.
III. EL MÉTODO DE LAS 3 CESTAS PARA LA REGULACIÓN DE LA CONDUCTA CONFLICTIVA
Hasta aquí te he dado pautas para que tú como madre tengas recursos para ayudar a tu hijo. También te he dado pautas para crear un clima que genere bienestar, seguridad y serenidad.
Esta última parte es para saber qué conductas quieres ayudarle a cambiar a tu hijo.
Este método a mí personalmente me encanta. Con la práctica verás como el clima en casa mejora y reducen el número de conflictos.
Los objetivos detrás de este método son:
1. Ser una figura de autoridad para tus hijos (no confundir con ser autoritaria).
2. Enseñar a tus hijos las habilidades de flexibilidad y tolerancia a la frustración.
3. Ser consciente de las limitaciones de tu hijo.
Para entenderlo mejor imagina 3 cestas en sentido vertical.
En la cesta A, la primera de arriba, van todos los comportamientos que son importantes. Aquellos por los que vale la pena soportar un colapso, un berrinche, un enfado.
Poner límites nos ayudará a que nuestros hijos nos consideren como figura de autoridad.
En la cesta B están los comportamientos que ayudarán a tu hijo a desarrollar las habilidades de flexibilidad y tolerancia a la frustración.
En la cesta C están los comportamientos por los que no vale la pena que te empecines en cambiar o moderar.
Sigue leyendo para saber cómo funcionan.
CESTA A: PONIENDO LÍMITES
En la cesta A los comportamientos no están a la elección de tu hijo. Tú como figura de autoridad te encargarás de hacerles saber:
- qué deben hacer,
- qué deben dejar de hacer,
- y saber aceptar un No por respuesta.
Que pongas límites en casa puede ser para tu hijo una gran fuente de frustración. Lo más probable es que recurra a estrategias como insultar, pegar, plantarse ante ti, desafiarte para conseguir lo que quiere.
En estos casos tú has de aguantar con paciencia. Sin agredirlo, ni verbal ni fisicamente.
Recuerda que cuando está frustrado no es capaz de entender razones, de recular y hacer lo correcto sin antes calmarse.
Pero antes de que empieces a llenar la cesta A y decidir poner límites a diestro y siniestro, sigue leyendo.
Los comportamientos que deben estar en esta cesta son aquellos que ponen en peligro la seguridad de tu hijo o la de las personas, animales y cosas que tiene a su alcance.
Tu hijo debe saber que no puede pegarte, ni a su padre, ni a sus hermanos. No es negociable. Si pega hemos de decirle que deje de hacerlo:
«Escucha Ricardo, sé que estás frustrado; para solucionar el problema podemos buscar otras soluciones. Pegar no es una solución».
3 CRITERIOS PARA SABER QUÉ COMPORTAMIENTOS VAN EN LA CESTA A
Estos 3 criterios te ayudarán a reconocer si el comportamiento corresponde a la cesta A.
- El comportamiento debe ser lo bastante importante como para inducir y soportar colapsos.
- Debes estar dispuesta a imponer tus deseos. Si consideras que no vale la pena impedir que tu hijo haga algo (que deje de ver la tele, de jugar a la play…) y vas a rendirte a medida de que tu hijo suba su nivel de agresividad, no vale la pena aguantar. Has de estar dispuesta a llegar hasta el final. Aguantar el colapso hasta que se calme. Ojo que no quiero decir que te enfrentes sino que se dé cuenta que eso no se permite en casa. Se lo harás saber con firmeza y tranquilidad. No hace falta gritar. No te entenderá mejor.
- Tu hijo debe ser capaz de poder cambiar ese comportamiento. Por ejemplo, si a ti no te gusta que tu hijo sea obsesivo con algunas cosas (que nadie toque sus cosas de su habitación), no lo hagas. Es mejor aceptar que es un comportamiento que no representa una amenaza para su desarrollo ni para la paz familiar.
No cometas el error de pensar que casi todos los comportamientos van en esta cesta porque lo único que conseguirás es aumentar el número de enfrentamientos con tu hijo.
Solo van aquí los que ponen en peligro a las personas, animales o cosas.
Así pues que no hayan hecho su habitación y le obligues a hacerlo hasta inducirle a un colapso ¿vale la pena?
Si no ha hecho los deberes y le obligas a hacerlos ¿vale la pena?
Obligarle a que pida disculpas por haberte insultado ¿vale la pena?
Si tira las cosas con la intención de romperlas o hacer daño a alguien ¿vale la pena frenarlo y aguantar el colapso?
Son cosas que debes decidir tú. Utiliza los 3 criterios que te expliqué antes para clasificar los comportamientos de tu hijo.
Ten en cuenta que la cesta A te ayuda a mantener la seguridad de tu casa. Que tú, ni otros familiares, sientan que corren peligro. Si un comportamiento provoca esta sensación, para mí, va en la cesta A.
Resumiendo.
En la cesta A tú pones límites, tu hijo debe saber que de ahí no puede pasar. No es negociable. Eso le creará frustración y sufrirá un colapso: se enfadará, discutirá, insultará, llorará, tirará cosas, querrá hacer daño. Tú aguantarás firmemente. No le agredirás, ni le darás el sermón en ese momento. No te escuchará porque no puede pensar con claridad. No en ese instante.
En todo caso puedes decirle ‘Mira hijo, sé que estás frustrado, por desgracia es un tema que no podemos discutir’.
Aguantar un colapso no es dejar que se explaye con su conducta agresiva sino evitar que se haga daño a sí mismo y a los demás.
CESTA B: ENCONTRANDO SOLUCIONES A LOS PROBLEMAS
Está es la cesta más útil porque es la que ayudará a tu hijo a desarrollar las habilidades de flexibilidad y tolerancia a la frustración. Ya solo por eso merece una atención especial. Porque ese es nuestro objetivo, que aprenda y para que pueda hacerlo hemos de ayudarle a pensar.
Como ya sabes a los niños y adolescentes con problemas de conducta les cuesta pensar con claridad cuando están frustrados. Encontrar una solución puede parecer toda una odisea para ellos. Por eso al principio necesitará que le ayudes a generar diferentes vías de solución a un problema.
Con el tiempo llegará a generar soluciones por sí mismo. Y tú le darás el tiempo necesario para que pueda encontrar una solución.
Evita acostumbrarte a darle la solución y pasar a otra cosa porque tienes prisa. No funcionará. Tu hijo tiene que darse cuenta de que puede hacerlo él. Eso a su vez le reforzará su autoestima u su autoconfianza.
Tú en todo caso reconocerás su esfuerzo por encontrar soluciones felicitándole por estar aprendiendo a solucionar problemas.
3 INGREDIENTES QUE NECESITARÁS PARA AYUDAR A TU HIJO EN SUS MOMENTOS DE FRUSTRACIÓN
Para poder ayudar a tu hijo ten en cuenta estos 3 ingredientes:
1. EMPATÍA
Debes ponerte en el lugar de tu hijo, reconocer sus dificultades y tener un deseo sincero (que seguro que es así) de ayudarle. Él debe saber que formáis un equipo. Que no estás en su contra, ni quieres amargarle la vida sometiéndole a tu voluntad. Tu hijo debe sentir que tú tienes deseos de ayudarle. Si él te percibe como parte de la solución más que como parte del problema (porque tú no le dejas hacer según qué cosas) no reaccionará exageradamente y no estará a la defensiva cuando esté frustrado porque sabe que puede contar contigo.
2. INVITACIÓN
Con amabilidad invita a tu hijo a buscar una solución.
Jorge está muy enfadado porque su mamá no le deja salir. Él quiere ir con sus amigos a dar una vuelta. Su madre le pide que se quede para ver a sus abuelos que vienen a visitarle.
-Pero por qué tengo que estar yo. Cena tú con ellos. Yo quiero salir y punto. Estoy harto de hacer lo que te dé la gana.
– Entiendo cómo te sientes ¿Parece que estás muy enfadado?- dice su madre con tono amable.
-¡Pues claro! Cómo estarías tú si te cambian los planes en dos horas.
-Tienes razón. Busquemos una solución. Pensemos en algo. Una solución con la que tú estés satisfecho y tus abuelos puedan verte… ¿Se te ocurre algo?
– No sé. Podría esperarlos a que lleguen, saludarles, y quedar para otro día.
– Me parece una solución estupenda.¿ Me ayudas a poner la mesa ?
Esta frase es la que mejor me funciona en casos parecidos : ‘Tenemos este problema..X.., pensemos en una solución en la que tú estés contento y ella/yo pueda ..Y..’
3. CONCRETAR EL PROBLEMA A SOLUCIONAR
Algunos niños y adolescentes no saben a qué problema es al que tienen que encontrar la solución, o nosotras podemos suponer que el problema es uno y en realidad es otra cosa. Para asegurar cuál es el problema es mejor preguntar y escuchar con atención.
-Ricardo, apaga la tele que vamos a cenar.
-¡No! Eres una mentirosa.
– Sé que estás enfadado porque quieres ver un ratito más la televisión, pensemos en cómo podemos encontrar una solución. El problema es que es la hora de cenar y a la vez tú quieres seguir viendo la televisión, ¿qué podemos hacer?
– No lo sé.
– ¿Qué podemos hacer para que tú estés contento y podamos cenar?
– Puedo cenar mientras veo la tele.
– Me parece una buena solución por hoy. Vamos a cenar en el salón. Ayúdame llevar las cosas a la mesita de centro, por favor.
La cesta B es la más útil y la más complicada de realizar. Requiere paciencia, comunicación asertiva, creatividad, aceptación, empatía, escucha activa, feedback positivo. Pero sin duda es la mejor para ayudar a tu hijo a enseñarle a pensar con claridad en momentos de frustración.
CESTA C: ACEPTANDO LAS LIMITACIONES DE TU HIJO
En esta cesta pondrás todos los comportamientos que en su día fueron importantes pero que si no los hace, por ahora, no pasa nada.
Como en el ejemplo anterior, Ricardo le pide a su mamá cenar viendo la televisión. Ella accede porque prefiere hacerle ver que se pueden encontrar soluciones intermedias donde ambos salen ganando: El niño ve televisión y la madre cena en paz con su hijo.
Si ella se hubiese empecinado en cenar sin tener en cuenta la solución que proponía Ricardo, él hubiese tenido un colapso o como mínimo negarse a cenar, cenar enfadado y de mala gana.
Ya puedes imaginar lo que hubiese pasado si ella hubiese insistido en que Ricardo cene como ella cree que se debe cenar.
Pues la cesta C esta llena de estos comportamientos que son ideales que se hagan pero que si de momento hacemos la vista gorda no pasa nada. Nos ayudará a evitar colapsos innecesarios.
Recuerda que un niño o adolescente con carácter difícil tiene limitaciones para mantener la calma y pensar con claridad cuando está frustrado. Si presionas mucho le inducirás a que reaccione de mala manera.
Ahora bien, considerar menos importante la realización de ciertos comportamientos no quiere decir ceder y dejar que tu hijo sea quién decida qué hacer, cuándo y cómo.
Tú sigues siendo la persona qué decide si la solución que tu hijo propone es la adecuada. Quien sigue mandando eres tú.
La cesta C es hacer la vista gorda de algunos comportamientos y pensar cómo puedes conseguir que los haga algún día. Es decir, pasarlos a la cesta B.
Si no vale la pena siquiera que los llegue a hacer porque no lo consideras importante, olvídalo.
Resumiendo:
- Los comportamientos de la cesta A te garantiza mantener la seguridad en casa y a ser la figura de autoridad que tu hijo necesita.
- Los comportamientos de la cesta B ayudarán a tu hijo a mantener la coherencia en mitad de la frustración; a pensar en soluciones mútuamente satisfactorias; aprender a resolver problemas y a verte como un colaboradora y no como una enemiga.
- Los comportamientos de la cesta C te ayudará a eliminar muchas frustraciones innecesarias de la vida de tu hijo.
¿EN QUÉ MOMENTO ES RECOMENDABLE USAR EL MÉTODO DE LAS CESTAS?
Ya mismo. En el día a día siempre existen situaciones donde se generan desacuerdos.
-‘Mami quiero quedarme un rato más en el parque’- pero tú tienes prisa; momento de negociar.
– ‘No quiero bañarme’- momento de negociar.
-‘Quiero ese juguete, ¡quiero que me lo compres ya!’- momento de negociar.
Pero como te dije antes No todo es negociable. Antes de empezar a actuar pregúntate ¿Este comportamiento está en la cesta A, B o C? y ten preparadas las respuestas.
Para los comportamientos que has decidido que estén en la cesta A, puedes usar frases de este tipo:
- ‘Ricardo, veo que estás frustrado y enfadado; por desgracia es un tema que no podemos discutir’.
Si es un comportamiento de la cesta B, recuerda que debes seguir los pasos de Empatía, Invitar y Concretar; puedes decirle algo así:
- ‘Ricardo, entiendo como te sientes. Pareces enfadado. Sé que te cuesta apagar la televisión en mitad del programa (empatía). ¡Busquemos una forma de arreglarlo! (invitación). ¿Qué solución podemos encontrar para que tú estés contento y podamos cenar ahora? (concretar)’.
Si el comportamiento es de la cesta C, harás la vista gorda.
Poco a poco, tu hijo se sentirá más capacitado para solucionar los problemas. Al inicio necesitará de tu ayuda. Tú serás su ‘lóbulo frontal prestado’. Tu función es muy importante ya que serás esa persona que:
- Le ayudará a pensar en plena frustración porque él no puede.
- Le ayudará a mantener la calma para pensar en la solución al problema que provocó que se sintiera frustrado.
- Le invitará a pensar en distintas soluciones.
- Le ayudará a pensar en las consecuencias de cada posible solución.
- Le ayudará a pensar en diferentes maneras de responder a un giro inesperado de los acontecimientos.
- Le ayudará a idear un plan para retrasar algo que quiere ‘ya mismo’ hasta un poco más tarde.
Tú eres importante. Lo es tu pareja, también. Tu ayuda es más efectiva que cualquier ayuda que pueda dar un psicólogo o un psicopedagogo a tu hijo.
Con tu ayuda y la práctica tu hijo será capaz de usar su propio lóbulo frontal. No necesitará de alguien que esté a su lado para que le ayude a responder adecuadamente cuando se sienta frustrado.
ANTE TODO PREVENCIÓN
¿Pero, has de actuar solo cuando ves que está a punto de explotar o se niega a colaborar?
No.
Es más efectivo, una vez hayas identificado las situaciones en las que suele experimentar frustración que encuentres un momento ‘fuera del momento colapso’ para hablar con él al respecto. La conversación puede ser algo así:
– Me he dado cuenta que por las mañanas prefieres seguir durmiendo y te cuesta levantarte – le dice su mamá.
– Sí y qué – contesta malhumorado Ricardo.
– Lo que quiero decir es que las mañanas nos cuesta mucho y estaría bien encontrar una manera de no discutir por ello.
– No sé.
– Podríamos hablar de qué nos cuesta por las mañanas y encontrar una solución, ¿qué te parece?
Espero sinceramente que lleves a la práctica el método de las tres cestas. Te sorprenderás de las soluciones tan creativas que proponen los niños y más los adolescentes. Solo tienes que asegurarte de que sepan que pueden contar contigo.
Sé que es mucha información de golpe. Elige un solo objetivo para trabajar en él. Yo comenzaría trabajando en las palabras que uso, mi tono de voz. O en entrenar mi escucha activa.
¡Un abrazo muy fuerte y ánimos!
Y cómo siempre, a ti querida mamá, te invito a dejar tus comentarios, dudas, sugerencias. Puedes ponerte en contacto de forma privada aquí, si lo deseas.
En lo que pueda estoy aquí para ayudarte.
¡Que tengas una feliz semana!
Uff genial! pondré en practica porque me estaba encontrando en un colapso, ahora siento que estaba haciendo lo correcto a pesar de las criticas de los familiares que estaba siendo muy docil con mi hija.
¡Hola María!
Sé que es mucha información de golpe pero créeme vale la pena ayudar a nuestros hijos a gestionar sus emociones.
Sigue confiando en ti misma. Una como madre sabe si lo que está haciendo repercute positivamente en la vida de sus hijos. Y las críticas no faltan. Yo también me he sentido vulnerable y perdida.
¡Un abrazo y ánimos!
Voy a implementar la técnica de las tres cestas . Gracias por la ayuda
Hola Rous, me alegro que te parezca útil. Un saludo, Ruth
Tengo un hijo adolescente que cuando iba a la primaria era líder y lleno de amigos pero ahora con 15 años y en el secundario está de mal humor, no tiene amigos y le cuesta relacionarse porque siempre encuentra defectos. Como puedo ayudarlo?
Hola Flavia, lo primero hablar con él. Preguntar si ha pasado algo para que ahora no quiera relacionarse. Te dejo este post para que puedas pasar más tiempo de calidad con tu hijo y así saber más qué está pasando. https://inteligenciaemocionalencasa.com/12-estrategias-para-mejorar-tu-relacion-con-tu-hijo-adolescente/
Cuando tengas más datos, cuéntame para saber cómo puedo guiarte.
Un gran abrazo
Me gusto mucho toda la información brindada, voy a poner todas las recomendaciones porque en verdad quiero ayudar a mi hijo adolescente que es intolerante a las frustraciones. Gracias.
Hola Betsy, me alegro que la información te sea útil.
Un abrazo grande!