Hoy te hablo sobre si sirve de algo dar premios a tus hijos para que te hagan caso, colaboren en casa, saquen buenas y se porten mejor.
¿Premiar o castigar? ¿Cómo consigues que tu hijo te haga caso?
¿Eres de las que promete comprarle cosas a tu hijo para que estudie, ordene su habitación…?
¿Te ha funcionado premiar a tus hijos? ¿Qué pasa si reciben premios para que obedezcan?
Algunos expertos te dirán que mejor no dar premios o regalos a tus hijos porque los acostumbras a recibir algo a cambio de cumplir con sus responsabilidades.
Otros expertos dicen que sí, pero premios no materiales, tipo abrazos, pasar más tiempo con tus hijos, etcétera.
Si quieres saber si es bueno comprarle cosas para que te haga caso,
sigue leyendo.
Si tu hijo se porta bien, te nace del alma comprarle cositas y recompensar lo bueno que es.
Y si se porta mal te da ganas de echarle en cara que pensabas comprarle noséqué pero como se ha portado mal no lo harás, para que aprenda.
También puede pasar que lo quieres mucho…mucho… mucho… que da igual si se porta bien o mal, a ti te gusta hacerle regalos.
Pero, ¿qué hay detrás de los premios?
¿Cómo funciona el cerebro del niño?
Cuentan que Steve Jobs, el genio de Apple, fue muy mal estudiante. Tan malo, tan malo que fue expulsado por mal comportamiento a una clase con alumnos con problemas de aprendizaje y de conducta.
Pues si en la clase normal estaba desmotivado, en esta otra peor. Nada motivaba al pequeño Steve a aprender.
Una de sus maestras para motivarlo le ofreció dinero a cambio de asistir a una clase en la que montaría y desmontaría aparatos junto a otros alumnos difíciles. Steve al principio iba por el dinero, le movía un interés externo; en psicología le decimos motivación extrínseca.
Imagina que a tu hijo le dices que le pagarás por recoger, por hacer deberes, por lo que fuera que quieras que haga, ¿qué puede pasar al cabo de un tiempo?
Puede que pierda el interés, porque se siente manipulado, o se canse de hacer algo por unas cuantas monedas. Sobre todo si sabe que si te llora un poquito y te hace esa carita de gato de Shrek conseguirá lo que quiera.
Pero sigamos con Steve.
Él cuenta que en aquel entonces iba por el dinero pero que poco a poco desmontar cosas le empezó a gustar. A medida que avanzaba el curso ya no iba por el dinero. Iba por placer. A eso le llamamos motivación interna o intrínseca. Hacer las cosas por uno mismo. Estudiar sin que nadie le tenga pagar por algo que tiene que hacer por él mismo.
¿Cuál de los tipos de motivación te funciona a ti con tus hijos?
Pasar de la motivación externa a una interna que empuje a mis hijas a lavar los platos por placer es difícil de que ocurra. No es lo mismo desmontar aparatos que hacer tareas domésticas.
A mí me hubiese encantado ver a mis hijas con una sonrisa de oreja a oreja mientras hacían sus deberes o recogían su habitación, pero casi nunca fue así.
Les costaba un horror hacer lo que les tocaba y lo iban posponiendo hasta que sabían que no podían estirar más.
Es difícil hacerle ver a tu hijo que las cosas las tiene que hacer por su bien. Por él mismo. Porque así se sentirá mejor y bla, bla, bla…
Entonces ¿premios sí o premios no?
En lo posible no.
Si el problema es que no te hacen caso usa estás cinco estrategias para que tus hijos te obedezcan.
Pero hablando de premios si te recomiendo animar a tu hijo a celebrar sus logros.
Dependiendo de la edad de tu hijo puedes acordar con él que cuando consiga mantener la habitación ordenada te avise para celebrar con él su logro y esfuerzo.
Pregúntale de qué manera le gustaría celebrar. Te sorprenderás con sus ideas. Normalmente suelen pedir abrazos, salir a tomar un helado, ir de excursión. O incluso nada porque el hecho de poder organizarse les hace sentir mejor.
Y a ti, ¿qué te funciona para que te hagan caso tus hijos?
Comparte tus trucos, puede que inspires a más de una a educar con respeto y creatividad.
En mi caso los premios nunca me han funcionado. Una vez pagué por adelantado para que hiciera 30 minutos de ejercicios de gramática inglesa en casa. Perdí el dinero ;-).
Deja una respuesta