Cómo ganarse el cariño y la confianza de un adolescente.
Alguna vez te has preguntado ¿en qué momento dejaste de demostrar cariño abiertamente a tus hijos?
Hoy me pregunto a mi misma, Ruth, en qué momento diste por hecho que a medida de que iban creciendo tus niñas no les hacía falta tus atenciones, tus esfuerzos por hacerles felices con pequeños detalles como llevarles a la playa con su kit de palas y cubos para construir juntos castillos de arena, a la montaña a caminar y a apreciar la naturaleza y disfrutar de su compañía, al cine a ver su película favorita, a cocinar con ellas para pasar más tiempo juntas, acompañarlas a los extra escolares para ver cómo aprendían a nadar, a patinar, a bailar, a pintar… ¿Por qué he dejado de hacer cosas juntos?
A mí sinceramente no sé que me pasó. Bueno sí, lo sé. Di por hecho que al ser ya adolescentes yo debía hacerme a un lado pensando que no necesitaban más de mí y de su padre. Una idea que te pasa por la mente y que la das por válida sin preguntarles o comentarles a las personas más importantes de tu vida: tus hijos.
Hoy me han hecho dar cuenta de que estaba muy equivocada. A nuestros hijos, aunque se nos hagan mayores, les gusta que separemos un tiempo para ellos, como cuando eran pequeños y llegabas a casa para jugar con ellos y leerles sus cuentos favoritos aunque te estabas muriendo de cansancio.
Mientras escribo me doy cuenta de que he dejado de hacer pequeñas cosas que a mis hijas les hacia sentirse queridas, cosas como arroparles y darles el beso de buenas noches.
Como la gran mayoría de veces, mis grandes maestras son mis hijas. Porque hay que tener fortaleza y valor para expresar lo que sientes y lo que te incomoda y cuestionar por qué tienen que cambiar ciertas cosas aunque cada uno de nosotros no sea la misma persona de ayer.
Si te ha pasado lo mismo que a mí, te animo a que reconquistes el cariño de tus hijos. A amarles e ilusionarte por cada avance que hacen en su vida como cuando eran pequeños. A admirarles y reconocer en ellos que tienen mucho para dar a este mundo y que tú estarás a su lado en sus momentos más críticos.
Sé que no es fácil porque cuanto más grande se hacen con más seriedad nos dirigimos a ellos. ¿Por qué? ¿Qué pretendemos? ¿Acaso no podemos guiarles con la misma ternura como cuando empezaron a caminar, hablar y a descubrir el mundo de nuestra mano?
Hoy yo empiezo a reconquistarles ¿y tú?
Deja una respuesta