Más de una hemos tenido envidia y no precisamente envidia sana cuando hemos visto lo bien que le va a otras personas y a una no.
¿ Por qué? ¿Cómo lo hacen ? ¿Tienen suerte? ¿Enchufe? ¿Es porque son más guapas?
Algo de eso hay pero lo más importante , y lo que cada una de nosotras tiene que tener en cuenta, es que para tener «suerte» en la vida hay que creer en una misma, sí o sí.
Ya sé lo que te estás preguntado. Y, ¿qué hago si no creo en mí? ¿Cómo cambio?
Me encantaría darte una receta mágica pero no existe.
Todo beneficio requiere un esfuerzo. Un cambio. Otra mirada. Verte a ti como alguien capaz.
Uno de los rasgos comunes de las personas con suerte y que han llegado a posiciones económicas desahogadas y a vivir una vida envidiable, a nivel personal y profesional, es su capacidad de creer en sí mismas.
Ellas tienen la certeza de que si pasa algo y tienen que empezar de cero son capaces de hacerlo sin problema.
Que si su pareja las deja pueden seguir adelante.
Para ellas no hay crisis que valga. Ni fracaso que las paralice.
Cada problema es una oportunidad para aprender una lección valiosa, para desarrollar una nueva habilidad.
SI VAS A CREER EN ALGO, CREE EN TI
Creer más en ti comienza por cambiar lo que piensas de ti misma.
Sencillo y complicado a la vez: cambiar tus creencias limitantes por otras que te ayudan a ver tus puntos fuertes.
Las creencias limitantes son aquellas que hacen que creas que no vales para nada (soy tonta), que creas que no eres capaz de hacer eso o aquello (soy una simple mujer), que creas que ya eres muy mayor, que creas que no eres lo suficientemente inteligente ( no se me da bien estudiar) que creas que nunca has hecho nada de provecho.
Cambiar estas creencias en el papel es fácil.
Si hacemos una lista de nuestras creencias limitantes no es difícil sustituir el yo no valgo para nada por un sí lo valgo.
Quien me he creído que soy por soy una persona única y especial.
Soy mayor por más vale tarde que nunca.
No soy inteligente por todo es cuestión de atención y práctica.
Nunca he hecho nada especial por voy a vivir una vida emocionante.
Como ves no es tan difícil cambiarlo en el papel.
Lo difícil es creértelo . Que tus tripas sientan esa decisión. Esa fuerza transformadora.
2 SENCILLOS PASOS PARA CREER MÁS EN TI MISMA
1. Comienza por pensar mejor de ti misma.
Si pienso que soy una persona responsable y perseverante mi reto será hacer cosas que me hagan sentir que yo soy así: llegar a tiempo a mis citas, cumplir con mis promesas, hacer mis ejercicios diarios.
Cuando empieces a hacer cosas que son coherentes con tu nueva manera de pensar, generarás un ciclo virtuoso que hará que creas más en ti.
A la inversa también funciona. Es decir que si piensas que no se te da bien acabarás cumpliendo con tus expectativas porque es donde estás poniendo tu atención.
Si crees que eres mala madre puede que por eso se te haya ido de la mano algunas cosas.Tus hijos no te respetan. No hay orden en casa. Cada quien hace lo que le da la gana.
Se te ha ido de las manos justamente porque piensas que no hay nada que hacer. Que aunque lo intentes no te harán caso. Que tú no cuentas para nada.
NO harás nada porque has tirado la toalla, porque no te crees capaz de hacerlo.
Para poder cambiar la relación con tus hijos has de creer que puedes llegar a ser una buena madre y convencerte de que puedes hacerlo.
2. Actúa congruentemente con tus nuevas creencias.
Piensa, siguiendo el ejemplo anterior, ¿qué hace una buena madre? ¿se ocupa de la educación de sus hijos o hace la vista gorda?
Una persona que se siente capaz de educar adecuadamente a sus hijos si ve que no se están comportando bien, habla con ellos y les pone límites.
Si son maleducados, les enseña modales.
Si quieren comer solo comida basura (pizza, salchicha y huevo) se esfuerza por cocinar comida sana y acostumbrarles a ello.
Si quieren tener acceso libre a Internet, les pone horario y supervisa qué contenidos ven en la red y por supuesto sabe las contraseñas de sus redes sociales (sin la intención de revisar el contenido sino simplemente para que sus hijos sepan que su madre puede acceder a sus redes sociales sin que ellos tengan que ocultar nada que les avergüence).
Si no te sientes como una buena madre ni siquiera lo intentarás. Con tal de evitar los conflictos, les darás todos los gustos a tus hijos malcriándolos.
Pero cuidado, también puedes ser congruente en sentido negativo. Es decir, no sentir ningún remordimiento ni necesidad de cambiar en tu manera de vivir o de educar porque para ti lo que haces ya está bien.
Siempre se ha educado así y no ves necesidad de cambiar.
Si nunca te has cuestionado si la manera en que te educaron se puede mejorar puede que sigas considerando que una paliza a tiempo a tus hijos les quita de golpe algunas tonterías.
Como tienes asumida por correcta esta creencia cuando sueltes un par de sopapos a tus hijos ni siquiera pedirás disculpas o buscarás otra manera de educar.
Cuando sientas algo de remordimiento te justificarás con tu propia experiencia porque a ti también te pegaron y no te pasó nada y seguirás reforzando tu creencia poniéndote a ti como ejemplo de que los golpes te quitan las tonterías de la cabeza.
Mientras existan este tipo de creencias seguirán existiendo padres que crían a sus hijos a base de golpes, insultos, descalificaciones y humillaciones.
Como madre o padre tu deber es cuestionarte si no hay una mejor manera educar de la que te educaron a ti.
Posiblemente algunas cosas que haces, las haces por inercia, por «tradición».
No eres culpable por cómo te educaron tus padres pero eres responsable por cómo educas a tus hijos.
A veces, sin querer podemos perder el norte y no saber lo que está bien y lo que está mal en la educación de nuestros hijos.
Si te criaste en la carencia y la pobreza, una de las promesas que te hiciste es la de asegurar que a tus hijos no les faltará nada y que les darás todo lo que tú no tuviste.
Por un lado, está bien porque no sufrirán carencias pero el exceso puede hacerles personas insensibles, materialistas, desmotivadas, exigentes y dependientes de ti.
En resumen, nuestros actos son consecuencia de lo que pensamos de nosotras mismas.
Si albergamos buenos pensamientos sobre nosotras, nuestros actos serán buenos.
Si pensamos pobremente de nosotras, nuestros actos serán pobres.
Podemos cambiar nuestra conducta cambiando nuestras creencias.
Para cambiar estas creencias es necesario cuestionar las que tenemos y decidir con cuáles nos quedamos y cuáles desechamos.
¿Has pensado en qué tipo de persona quieres ser?
¿Cómo quieres relacionarte con las demás personas?
¿Te has parado a pensar en qué tipo de madre quieres ser?
¿ Has pensado en que tu estilo de madre quizás esté influido por la manera en que te educaron ?
¿ Has elegido libremente, sin estar influenciada por tus vivencias, el tipo de madre que quieres ser?
Si no lo has hecho, es hora de hacerlo.
Cómo elegir cuidadosamente los valores y principios del tipo de persona y/o madre que quieres ser, será el tema del próximo post.
¡Que tengas un gran día!
Deja una respuesta