Juan experimentaba dolencias de todo tipo últimamente. Preocupado por tal situación fue a ver al médico para averiguar qué le pasaba. Su médico después de haberle realizado todo tipo de pruebas le dijo que aparentemente no tenía nada, que estaba sano, vamos.
Juan siguió sintiéndose mal y fue a ver al médico otra vez. Ante la asiduidad de las visitas el médico decidió prescribirle unas pastillas cuya composición era básicamente azúcar. O sea, no eran ni buenas ni malas, eran inocuas. A Juan le sentó tan bien la supuesta medicación que no tardó en comunicarle a su médico lo bien que se sentía.
Nuestro cerebro produce sus propios fármacos, como las endorfinas, por ejemplo, cuyos efectos son similares a los opiáceos en su efecto analgésico y de sensación de bienestar. Lo cual quiere decir que si nos hacen creer que con tal o cual medicación mejoraremos, lo haremos, si decidimos creer que así será.
Este estudio también indica que los pacientes que tienen más confianza en la profesionalidad de su médico suelen tener una pronta recuperación de sus dolencias que aquellos pacientes que han decidido creer que su dolencia es difícil de diagnosticar y curar o que el médico es un inepto.
Este estudio demuestra que no solo es importante la medicación que se encarga de curar lo físico sino también mantener una actitud positiva por su capacidad de producir neurotransmisores como las endorfinas que pueden hacer que nos sintamos bien pese a vivir momentos de dificultad.
Así pues, nuestros pensamientos nos ayudan a elegir cómo hacer frente a las dificultades de nuestras vidas. Si pensamos: «ya es tarde, no hay remedio», «esto no hay quién lo pare», «no puedo», etc. estamos reforzando una actitud que no nos sirve de nada ante las dificultades que se nos presentan en la vida.
Por otra parte, no resulta tan sencillo cambiar nuestros pensamientos, nuestras creencias. Una técnica que ayuda a conseguir este cambio es la visualización, muy utilizada en el mundo del deporte por atletas como Michael Phelp, nadador olímpico, que visualiza cada noche antes de acostarse la forma de nadar perfecta.
Si tan poderosos son los pensamientos ¿por qué no utilizarlos a nuestro favor?
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