Hace unos pocos años, después de haber acabado la carrera, conocí a unas lindas personas que como yo buscaban aportar un poco de ayuda profesional a personas que lo necesitaban.
Mi objetivo, básicamente, era el de ayudar a las personas a elegir en que área querían desarrollarse profesionalmente. Es decir, les aportaba información sobre los recursos educativos y formativos que nos ofrece el entorno. Si quieres estudiar aquello, apúntate allí. Si quieres lo otro, apúntate allá. No sabes qué estudiar, vamos a hacer un test de orientación profesional, etc.
Durante ese proceso también se tenía que tener en cuenta el impacto de esa decisión en la vida de cada persona. En ese caso: iniciar o continuar una formación y cómo esto influiría en su día a día. Una decisión muy delicada puesto que la mayor parte de ese grupo eran mamás y papás.
Detrás de la decisión de cada una de esas personas yo pude percibir ilusión, ganas de seguir adelante, de cambiar a mejor…Pero también percibí miedo. Miedo a no dar la talla, miedo a soñar en grande, miedo a no elegir bien y luego desanimarse a medio camino, miedo de no poder dedicar tiempo a la familia, los hijos, los amigos…miedos por doquier.
Yo evidentemente no podía asegurar a nadie que eligiendo tal carrera o tal formación el éxito estaba asegurado porque no dependía de mí. Sabía, sin embargo, que ciertas habilidades, estrategias, maneras de hacer y de ser ayudarían a estas personas a llegar a su meta sin morir en el intento. Estas habilidades están relacionadas con la Inteligencia Emocional.
¿Qué tiene que ver aquí la Inteligencia emocional si estamos hablando del mundo profesional? Pues mucho. Una persona emocionalmente inteligente tiene muchísimas más posibilidades de conseguir sus objetivos de la que no lo es. Esa es la magia de la Inteligencia Emocional.
Una persona emocionalmente inteligente, básicamente, es una persona que se responsabiliza de sus pensamientos, de sus emociones, de sus actos y los utiliza Inteligentemente para conseguir sus objetivos. Por ejemplo, como padre sabes que es muy importante establecer un clima de respeto y confianza en tu familia. Pero si criticas a tus hijos, les insultas, te muestras indiferente a todo lo relacionado con ellos, porque no puedes controlar la rabia, el hastío, tu cansancio …porque tienes un trabajo muy estresante o estás sin trabajo, en lugar de ayudar a crear un clima agradable en tu casa estarás creando un clima asfixiante.
La gran pregunta es ¿Se puede desarrollar la Inteligencia Emocional? La respuesta es: por supuesto que sí. Y a cualquier edad :). Ahora, eso sí, requerirá un gran esfuerzo pero valdrá la pena.
Si es la primera vez que oyes hablar de este tema, quizás estés un poco escéptico. A mí también me pasó. Es más, hasta hace unos años atrás ni siquiera pensaba plantearme como objetivo: ser emocionalmente inteligente y ni de lejos pensaba que mis hijas necesitarían entrenarse emocionalmente al igual que lo hacen cuando estudian matemáticas o idiomas.
¿Pero vale la pena o no saber de qué va esto? te estarás preguntando. Créeme que sí que lo vale. No solo saberlo sinó ponerlo en práctica. El impacto positivo en tu familia e hijos es inconmensurable.
Ahora bien, desarrollar las competencias emocionales no es fácil. Requerirá de tu esfuerzo, como cualquier cosa que merece la pena. Requerirá de tu fé, sobre todo porque el resultado no es algo tangible como el titulo que obtienes cuando acabas una formación.
El resultado es algo intangible pero de gran impacto en tu vida.
Yo lo veo en mis hijas cuando las escucho hablar y a través de sus palabras me doy cuenta de cómo afrontan los retos. Pero no bajamos los brazos ya que , como familia, nos queda mucho por aprender.
Si te interesa saber más de Cómo ser Emocionalmente Inteligente en los siguientes posts hablaré sobre cómo desarrollarla paso a paso.
Espero que esta información te haya servido de algo. Si ha sido así, comentaló aquí mismo. Si tienes alguna pregunta, adelante, me encantará responderla.
Hasta la próxima.
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