El último día de clases presencié de lejos una escena habitual con uno de los alumnos con problemas de conducta.
Observé como una maestra le estaba pidiendo que se comportara bien. Mientras me acercaba le oí decir “Vamos, pórtate bien, que es el último día. No quiero enfadarme contigo”.
Le pidió que se quedara 5 minutos sentado para tranquilizarse.
Allá estaba él, sentado. Se le notaba el enfado en la cara y la convicción de que no iba a ceder tan fácilmente a la petición de la maestra.
Me acerqué a su lado y le pregunté qué había pasado.
-Nada- me dijo con su semblante todavía enfadado.
-¿Sabes que el otro día pensaba en ti?- le dije.
Se le iluminó la cara, desperté su curiosidad.
– ¿Si seño?
– Si, le dije con una sonrisa mientras él se giraba para mirarme.
– Pensaba en que en el fondo tú no eres malo. Que en realidad te comportas así porque aún no sabes otra manera de conseguir las cosas. Cuando tiras algo, cuando gritas, cuando decides no hacer caso, lo haces porque todavía no has encontrado otra manera mejor de conseguir lo que quieres. Cuando no quieres trabajar pones en acción el personaje payasete para que la lie parda y así lograr no trabajar pero en el fondo no eres tú es tu personaje porque yo sé que en el fondo tú eres buena persona, estoy segurísima. En casa puede que te pase lo mismo ¿Es así?
– Sí, seño – me contestó cabizbajo.
– ¿Y sabes que más pienso?
– No, seño – me miró intrigado.
– Que lograrás todo lo que te propongas en la vida a medida de que vayas abandonando a tus personajes el payasete, el despistado, el indignado… y seas tú. Sé que llegaras lejos. Te he oído cantar y lo haces muy bien. ¿ Por qué no pones todo tu esfuerzo en aprovechar ese don?
– Seño me vas a hacer llorar- me dijo sonriendo.
– En serio, creo que tienes un don, cantas muy bien- le dije de corazón.
– Me voy a presentar a la Voz, seño.
– Pues yo estaré atenta a los castings para verte. Sé que lo harás muy bien. Solo una cosa, si no pasas, ¿qué harás?
– Lo intento otra vez, seño.
– Y si en la próxima vez no pasas, ¿qué harás?
– Lo vuelvo a intentar.
– Ves como no me he equivocado al decirte que lograrás lo que quieras en la vida porque tienes la fuerza para intentarlo una y otra vez. Esperaré a verte, estaré detrás de la pantalla dándote ánimos.
– Iré seño, me presentaré – y se quedó sentado con una gran sonrisa.
Antes de despedirnos ese día, entró a mi clase de prisa, cogió la tiza y escribió en la pizarra. Gracias, Ruth por darme ánimos TKM.
Estoy convencida de que no sirve de nada intentar reconducir la conducta de un niño diciéndole lo malo que es. Desde mi punto de vista es mejor reforzar aquello que se le da bien y animarle a que se concentre en potenciar esa habilidad.
A veces, un berrinche o una escena en medio de la calle nos puede hacer olvidar todo lo bueno que tienen nuestros hijos, impidiéndonos ver lo positivo en ellos y sin darnos cuenta etiquetarlos: «es que mi hijo es torpe», «es más tonto el pobre», «ha salido a su padre», «es un desastre».
¿En serio pensamos eso de nuestros hijos?
Si nosotros no les alentamos a que pueden cambiar y ser mejor cada día , ¿quién lo hará?
Si nosotros no les enseñamos a reconocer sus emociones y a gestionarlas, ¿quién lo hará?
¿Qué es aquello que se le da bien a tu hijo? ¿Se le da bien bailar porque tiene el ritmo incorporado en el cuerpo? ¿Es hábil con el balón de fútbol y no le cuesta hacer las gambetas al estilo de los profesionales? ¿ Cuándo va al parque tiene un gran dominio del cuerpo y se cuelga y descuelga como si fuera un monito? ¿Le encanta pintar, dibujar y puede pasarse horas creando sus obras de arte? ¿ Le encanta modelar con arcilla o plastilina?
Usa ese interés para conectar con él.
No esperes a hablar con él solo para decirle que haga sus deberes, que arregle su cuarto, que deje el móvil o la play.
Acércate y háblale con amor, con verdadero interés, emociónate y sobre todo escúchale.
La próxima vez que tengas que solucionar un conflicto te será más fácil hacerlo porque no querrá echar a perder la buena relación que tiene contigo.
Cuéntame ¿cuáles son esos momentos especiales con tu hijo?
Sé que cada cosa que hagamos nos cuesta, pero reconocer que no lo estamos haciendo bien nos cuesta más y reflexiones como esta nos ayudan a crecer o fijar el punto en el que fallamos , es el empujón que necesitamos para poder conducir a nuestros hijos hacia una meta con la que se sientan a gusto, seguros y felices sobre todo eso, siempre que te leo Ruth aprendo mucho de ti; tengo una pequeña nieta que tiene tres años e imagínate después de criar a cuatro hijos aún no sé cómo reaccionar cuando hace berrinche en la calle intento no ceder tampoco quiero negociar lo ideal sería, llegar a un acuerdo pero con una niña de tres años me cuesta y es ahí que me llega este artículo, un lujo gracias Ruth
Hola , Emilia.
Me alegro muchísimo que te haya ayudado el artículo. Es verdad lo que dices, aceptar como padres que no lo estamos haciendo bien, cuesta lo suyo. Pero poco a poco más personas se están haciendo conscientes de querer cambiar el tipo de educación, dejando las viejas costumbres de gritos y golpes por otro tipo de educación desde el amor y la comprensión.
Un abrazo!
Hola Ruth, me ha gustado mucho la interacción con el alumno y cómo le has recogido.
Hola Antonio, gracias por comentar.
Saber que hay personas que comparten mi inquietud por mejorar nuestro estilo de educación en la familia y escuela me hace mucha ilusión.
No siempre se puede tener una conversación como la que yo tuve con mi alumno y llegar a tocarle el corazón pero siempre podemos intentarlo.
Un abrazo.