Muchos de nosotros, que somos padres, nos hemos preguntado si podemos hacer algo para que nuestros hijos sean personas respetuosas, sensibles, colaboradoras, empáticas…Lo malo es que, la mayoría de veces, nos lo preguntamos y queremos hacer algo cuando notamos o nos enteramos de que nuestros hijos se meten continuamente en problemas, cuando tienen amistades destructivas, comienzan a beber, a consumir drogas y, en los peores casos, cuando sufrimos en carne propia el maltrato de nuestros hijos, tanto verbal como físico.
El año 2012 se registraron 9.000 casos de violencia de hijos a padres.
La violencia de hijos a padres se incrementa año tras año peligrosamente. Y, resulta paradójico que en una sociedad en la cual nuestros hijos tienen todo lo que nosotros, nuestros abuelos y bisabuelos juntos no hemos tenido sea una de las más violentas a nivel familiar. Lo más normal sería pensar que ellos deberían estar agradecidos y sacar el máximo provecho de todo lo que tienen, ser mejores personas y llegar a donde nosotros, por las carencias económicas y de oportunidades (dictaduras, inestabilidad política…), no hemos podido.
Pero no es así. Cada vez vemos a niños y jóvenes más interesados en satisfacer sus deseos a cualquier precio. Así las discusiones en familia, en edades tempranas, comienzan por incumplimiento de las normas de casa, uso excesivo de internet, televisión, teléfono, etc. Y cuando nuestros hijos han crecido, a esas discusiones se suman las del consumo de bebidas, drogas, a veces, en nuestra propia casa sin que parezca importarles para nada lo que digamos o pensemos al respecto.
Esta claro que algo estamos haciendo mal. Hay algo que se nos ha pasado por alto en cuanto a la educación de nuestros hijos. Quizá lo peor de esto es aceptar que nuestros hijos forman parte de esos niños jóvenes insensibles, superficiales, egocéntricos y maleducados.
En muchas partes del mundo, al impulso de las nuevas corrientes pedagógicas, muchas veces malinterpretadas, se ha pasado de un tipo de educación familiar muy autoritario a un tipo de educación de «colegas o amigos». Quizás buscando esa unión, comunicación e intimidad que la dureza y manera de ser estricta de nuestros padres autoritarios no supieron darnos. Esta percepción de que la mejor educación es la de dejar que tu hijo decida desde pequeño por sí mismo lo que le conviene y lo que no le conviene, hace que sea muy difícil que algunos padres se den cuenta de que es necesario cambiar y mejorar la manera de educar a nuestros hijos y educar desde el amor y haciéndoles saber cuales son límites que no se han de cruzar, los valores y principios que son el pilar de cada familia.
De hecho la violencia filio-parental es un tema tabú. Pocos padres buscan ayuda porque les cuesta aceptar que sus hijos hacen en casa y con su vida lo que les da la gana, llegando a atemorizar, amenazar, chantajear y , hasta, golpear a sus propios padres.
Algunos de estos casos de violencia se dan incluso en familias cuyos padres tienen titulación universitaria, desmontando la idea de que estos casos son exclusivos de familias pobres o de familias donde los padres tienen un nivel bajo de formación académica.
Si consideras que estás siendo maltratado por tu hijo, debes buscar ayuda. Existen diversas organizaciones y profesionales que pueden intervenir a través de psicoterapias, mediaciones familiares, sesiones de coaching familiar, etc. para recuperar la armonía familiar y evitar que se llegue al punto de tener que denunciar a nuestros propios hijos o que ellos mismos acaben destruyendo su propia vida. En la Unión de Asociaciones Familiares encontrarás información al respecto.
No obstante, si bien la intervención para solucionar estos casos es necesaria y recomendable, también lo es el trabajo de prevención. Desde esta perspectiva, las grandes preguntas son:
¿Podemos cambiar esta tendencia? ¿Podemos educar mejor nuestros hijos?
De esto hablaré en el siguiente post.
Y tú, ¿qué opinas al respecto?
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