Podcast: Reproducir en una nueva ventana | Descargar
Suscríbeme Google Podcasts | Más
Hoy te hablo sobre la confianza en la familia y por qué algunos hijos inconscientemente prefieren poner en peligro su vida porque no confían en sus padres.
Me gustaría comenzar explicándote una historia sobre qué puede pasar si tus hijos no confían en ti. No confían en sus padres.
Yo creí equivocadamente que mis hijas confiaban en mí. Bueno esa era la idea que tenía yo de mí misma, que era muy buena madre, que era muy comprensiva y que cualquier cosa que pasara, mis hijas me lo dirían sin ningún problema porque yo me lo tomaba siempre todo muy bien.
Pues esa imagen de mí misma como madre se hizo pedazos un día que pasó lo siguiente. Era una madrugada en la que a mi hija de 17 años, que había ido a una discoteca, le robaron el bolso que había dejado en el sofá y cuando volvió de la pista de baile ya no estaba.
Pues lo normal es que cuando te pasa una cosa así lo que haces es llamar a tus padres. Intentar conseguir un teléfono y explicar lo que te pasó para que te puedan ayudar.
Pues a ella lo primero que se le pasó por la mente no fue a llamarnos.
De hecho, cuando se dio cuenta de que le robaron el bolso, sintió un miedo terrible porque pensó que nosotros la íbamos a reñir y a castigar por haber descuidado su bolso.
Para ella el bolso y lo que llevaba dentro tenía muchísimo más valor que ella misma.
Pues con esta idea en la cabeza decidió caminar sola de madrugada exponiéndose a todos los peligros que hubiese podido encontrar en el trayecto desde la discoteca hacia casa. Caminó con el extraño deseo de que ojalá algo peor le pasará.
Para mi suerte y de toda nuestra familia cuando llegó a casa no le había pasado nada.
Como también había perdido las llaves de casa tuvo que llamar al timbre sí o sí. Yo estaba durmiendo y cuando escuché el timbre me sobresalté porque normalmente ella entra con su llave.
Cuando abrí la puerta y vi que le caían gruesas lágrimas por las mejillas, sentí un miedo terrible.
Le pregunté que qué había pasado.
Llorando me dijo que le habían robado el bolso y que había venido caminando y que le sabía muy mal, muy mal, haber perdido el bolso.
Lo primero que le dije, lo primero de todo, es que me alegraba muchísimo de que no le haya pasado nada a ella y que lo del bolso no se preocupara. que era una cosa material que se podía conseguir. Lo importante es que ella estuviese bien.
Entre sollozos ella me miró sorprendida y empezó a explicarme todo. Me dijo que pensó que la íbamos a reñir y a castigar y que por eso quería que le pasara algo peor. Algo más grave para que el robo del bolso quedara en nada y en lugar de enfadarnos con ella la compadeciéramos.
Cuando acabó de contarme todo y se fue a dormir me quedé pensando en qué momento nosotros como padres le dimos la sensación de que lo más importante, lo más importante de todo, era todo lo demás menos ella. Menos su seguridad. Menos su salud. Menos su estado mental. Menos su salud emocional.
Algo estábamos haciendo mal para que ella nos tenga miedo. Miedo a nosotros. ¡A su familia! Que a las cosas que le hubieran podido pasar en la calle de madrugada.
Me quedé pensando toda esa semana en lo poco que confiaba nuestra hija en nosotros, en su mamá.
Lo normal, como dije antes, cuando te pasa algo malo, pides ayuda; pero ella hizo todo lo contrario. Quiso esconder lo que le pasó y se expuso a que le pasara algo mucho más grave.
Empecé a preguntarme qué es lo que la llevó a tomar esa decisión. Cuando hablé con ella, me dijo que fue por miedo. El miedo hizo que actuara de esa manera irracional, sin pensar, un poco impulsiva. Hizo lo primero que le vino a la cabeza, sin evaluar las consecuencias, sin pensar que algo mucho más grave podía haber pasado.
Reflexioné. Intenté ponerme en sus zapatos. Pensar desde su punto de vista. Y claro, cuando repasé mis recuerdos me di cuenta de que a ella, la mayoría de veces que tuvo problemas, yo en lugar de ayudarle a solucionar esos problemas (porque en ese entonces yo tenía de inteligencia emocional menos tres, o sea, ni cero, menos 3) lo que hacía normalmente era echarle la bronca, castigarla. «¿Por qué no había hecho eso?, ¿por qué había hecho aquello?, ¿qué le pasaba? ,¿por qué había hecho llorar a su hermana?
Casi todo eran llamadas de atención. Si yo hubiese estado en su lugar también habría intentado que mi madre no se enterase para evitarme broncas y castigos.
Me di cuenta de que lo estaba haciendo fatal. Pensaba que con la dedicación que había dado a mis hijas, ellas por defecto, tenían que confiar en mí.
Me di cuenta de que si tú no explicas. Si tú no le dices a tus hijos, si tú no demuestras que tu intención es ayudarlos, pase lo que pase, pues ellos normalmente lo que van a hacer es buscar ayuda en otros sitios. Salir de una situación como en la que estuvo mi hija arriesgándose a unas consecuencias evitables.
Ya tenía una visión un poco más amplia de lo que estaba pasando en mi familia. No solamente era mi hija que no confiaba en nosotros. El problema también lo tenía yo porque antes de hacer todo el proceso que hice para ganar la confianza de mis hijas, tenía un carácter muy feo, la verdad.
Entonces tomé una decisión. Lo que pasó no podía volver a suceder. Yo no podía empujar como madre a que mi hija tomase decisiones por miedo. Al contrario, mi hija tenía que confiar en nuestra familia. Contar con nosotros para poder solucionar los problemas en los que podíamos hacer algo. Es por eso que decidí trabajar más en mí, trabajar en la comunicación, ser una persona en la mis hijas puedan confiar.
Me hice un autoescaner para saber cómo era yo con ellas y luego hablé con ellas para saber cómo me percibían. Hablamos sobre qué les gustaba de mí y qué no les gustaba. En qué podía mejorar y qué podía hacer para ser mejor mamá.
Poco a poco, aprendí a regular mi carácter feo.
Hoy en día puedo afirmar que mis hijas confían en mí, en nosotros. Saben que si pasa algo malo, nosotros les echaremos una mano. Que si necesitan un consejo, una orientación o lo que fuera, nosotros estamos ahí para apoyarlas.
Me pareció muy interesante transmitir todos estos aprendizajes, todo este descubrimiento, todo este proceso, todo este crecimiento contigo.
Si tienes hijos pequeños, medianos, adolescentes, incluso, si han pasado la adolescencia y están contigo y no sabes qué hacer en ciertas situaciones y cómo ayudarlos, acompáñame en esta primera temporada de Inteligencia Emocional en Casa para que desarrolles todas las habilidades emocionales que te ayudarán a conocer y a entender mejor a tus hijos. Para que seas una influencia positiva en la vida de ellos. Para que puedas educar personas sanas mental y emocionalmente. Para que tus hijos puedan crecer y vivir sin caer en la depresión, drogas, alcohol y miles de maneras que existen de evadir la realidad y caer en la autocompasión.
Pues si te interesa escuchar todos estos aprendizajes y experiencias, que yo puedo explicarte desde el punto de vista de madre de dos hijas adolescentes, como desde el punto de vista de maestra de la escuela pública y como consultora de Educación Emocional para familias que necesitan orientación, acompáñame: puedes suscribirte al podcast o al boletín. Así cada semana tendrás un nuevo capítulo en tu correo.
Porque hablando claro, no todos los hijos son iguales, ni siquiera dentro de una misma familia, ni siquiera con el mismo tipo de educación. Y cada hijo, en un momento determinado, puede requerir de ti ciertas habilidades que a lo mejor tú no sabes que tienes o no las tienes desarrolladas y vas haciendo frente a los problemas del día a día como puedes; a veces con más éxito y a veces con menos paciencia.
Lo importante es que aprendas cómo puedes prevenir y solucionar los conflictos. Cómo puedes evitar que tus hijos empiecen a tomar decisiones por miedo, por rabia, por decepción. Que aprendan a desarrollar su inteligencia emocional.
Mi propuesta es que cada semana, tú y yo, aprendamos más sobre cómo educar hijos con inteligencia emocional. Compartiré contigo consejos, ideas y recursos de inteligencia emocional. Hablaré también sobre educación respetuosa, sobre neuroeducación, sobre Programación Neurolingüística y todo lo que crea que puede ayudarnos a ser mejores personas cada día.
C
Espero que te haya sido útil este primer episodio.
Al final de este post deja tu comentario y cuéntame qué opinas de la confianza en casa. ¿Qué podrías hacer desde hoy para que tus hijos confíen más en ti?
¿Te ha gustado este artículo?
Si te ha gustado, te invito a suscribirte y así, cada viernes, a las 6.00 de la mañana tendrás un nuevo artículo más el podcast de Inteligencia Emocional en Casa en tu correo por si prefieres escuchar en lugar de leer.
Te doy las gracias por escucharme, por leerme, por dejar tus valoraciones de cinco estrellas en iTunes, en Spotify, por tus me gusta y por tus comentarios en iVoox.
Tus valoraciones y comentarios me permiten llegar a más mamás que quieren educar hijos con Inteligencia Emocional.
¡Gracias también por compartir este podcast con tu gente y ayudarme a construir un mundo con más humanidad, con más inteligencia emocional!
¡Que tengas una linda semana!
Puedes escuchar los episodios de Inteligencia Emocional en Casa en Spotify.
Si usas Ivoox puedes escuchar todos los episodios de Inteligencia Emocional aquí.
Si prefieres escuchar en tu Iphone tienes el enlace de los podcasts de Inteligencia Emocional aquí.
También puede interesarte echarle un ojo a:
- Cómo ayudar a tu hijo a cambiar sus malos hábitos (2da parte)
- Cómo ayudar a tu hijo a cambiar sus malos hábitos (1ra parte)
- Cómo evitar el mal comportamiento por celos de su hermano menor
- Usa el método de las 3 cestas para ayudar a tu hijo con su mala conducta
- 18 Pautas sencillas para que tu hijo/a sea un líder y no un seguidor
Todos aprendemos a ser papas, en cierta medida a veces no vemos más allá de lo que les pasa a nuestros hijos. Es cierto que les exigimos mucho supuestamente para que sean unas mejores personas pero así como exigimos tampoco les demostramos amor hacia ellos, darles un abrazo o simplemente preguntarles como les ha ido el día, a veces no damos ejemplos, queremos que cambien nuestros hijos pero si nosotros los papas no cambiamos los chicos muy difícil que cambien. Es importante tener la confianza de nuestros hijos para poder encaminarles o mejor dicho orientarles en su vida para que el día de mañana sean una sociedad de provecho.
Gracias por comentar. Tienes mucha razón. Para educar somos los padres los que tenemos ganar la confianza de nuestros hijos para poder acompañarlos. ¿Te imaginas cuantas tragedias se pueden evitar si nuestros hijos nos contaran todo confiando en que les ayudaremos haya pasado lo que haya pasado? Menos traumas. Menos peso a cargar solos. Más felicidad. Más ganas de aportar lo mejor de sí mismos para hacer de este mundo un lugar más humano. Gracias por escuchar el podcast y sobre todo por compartir tu opinión 😉
Gracias por el esfuerzo que ases para ayudar a muchos padres en general a que aprendan a ganarse la confianza de sus hijos y asi de esta forma crear un vinculo muy fuerte entre ellos de esta manera ayudar a formarles para el dia de mañana .
Muchas felicidades por estos consejos ruth sigue adelante con tu manera de orientar y dar tu ayuda incondisional a los padres que hay muchos que no saven como ganarse la confianza de sus hijos
¡Muchas gracias Ricardo!
Aunque esta orientación está dirigida a madres, estoy muy contenta por ver que cada vez más padres se están implicando en la educación emocional de sus hijos. Me alegro que el padre ya no sea esa figura que atemoriza y se usa para que los hijos hagan caso. Me alegro que los padres ya no se tengan que hacer los fuertes y se tengan que tragar las lágrimas cuando en realidad tienen ganas de llorar.
Espero que sigas comentando.
Gracias por tu aportación al llenar tu hogar de calidez y comprensión.
Gracias ha sido de gran ayuda…
Me gustaría poder contactarme contigo
Hola Angi, claro que sí. Envíame un correo a ruthgabrielz@gmail.com
Un abrazo grande!