A veces, sin querer podemos perder el norte y no saber lo que está bien y lo que está mal en la educación de nuestros hijos. Por ejemplo, si te criaste en la carencia y la pobreza, quizá una de las promesas que te hiciste es la de asegurar que a tus hijos no les falte nada y que les darás todo lo que tú no tuviste. Por un lado, está bien porque no sufrirán carencias pero el exceso puede hacerles personas insensibles, materialistas, desmotivadas, exigentes y…